El territorio ecuatoriano conformó la región norte del
Imperio Inca, teniendo su centro en Quito. En 1526
exploradores españoles llegaron a la costa del actual Ecuador. La lucha interna
por la sucesión entre Huáscar y Atahualpa disminuyó el poderío del Imperio,
facilitando su conquista por Sebastián de Benalcázar en 1534. Inicialmente,
este territorio formó parte del Virreinato del Perú, incorporándose en 1717 al
de Nueva Granada.